Donald Trump y Joe Biden tuvieron el último debate presidencial en Nashville. Hubo fuertes cruces por la pandemia y acusaciones de corrupción.
El segundo y último cara a cara entre el presidente de EEUU Donald Trump y su rival demócrata Joe Biden resultó ser realmente un debate, un breve intervalo de normalidad en una campaña totalmente atípica debido a la pandemia de coronavirus y un respiro para los votantes desanimados por el primer enfrentamiento entre los dos líderes, marcado por el caos, las interrupciones y los insultos.
Los aspirantes a ocupar la Casa Blanca pasaron 90 minutos el jueves a exponer sus posturas muy disímiles sobre la gestión de la pandemia, la inmigración, el racismo, el cambio climático y la industria petrolera, entre otros temas.
Aunque no faltaron los cruces y las acusaciones mutuas de corrupción, el tono fue mucho más civilizado que el caótico duelo televisado del mes pasado. Trump incluso elogió la labor de la moderadora, Kristen Welker, corresponsal de NBC News en la Casa Blanca: “Siento mucho respeto por el modo en que está llevando esto adelante, debo decir”.