Xi Jinping pretende amordazar a los médicos que estuvieron en los inicios del brote de coronavirus en Wuhan, hacia finales de 2019. No quiere que colaboren con la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que intentará determinar cómo fue que nació el Sars-CoV-2. Es por eso que les prohibió a los profesionales de la salud que informen sobre el manejo primario que las autoridades sanitarias ordenaron en torno al nuevo virus que derivó en la muerte de 1.434.509 víctimas en todo el mundo.
De acuerdo a una agencia japonesa, “las autoridades chinas advirtieron a los médicos que respondieron al nuevo coronavirus en la etapa inicial del brote en Wuhan, que podrían ser castigados por espionaje si revelaban lo que sucedió durante el período. También se instó a los trabajadores médicos de la ciudad del centro de China, a no hablar en absoluto sobre la situación en ese momento, dijeron las fuentes bajo condición de anonimato”.
Desde hace algunos meses, el régimen chino lanzó un plan: quiere borrar a Wuhan como epicentro del coronavirus. Para ello comenzó a señalar a otros países como posibles emisores del virus. Desde el primer brote de una extraña neumonía causada por un coronavirus similar al SARS, las autoridades de Wuhan ocultaron al mundo lo que ocurría. Afirmaban que los contagios estaban bajo control y no había nada que temer. Sin embargo, los contagios y las muertes comenzaron a aumentar, hasta que finalmente Beijing tuvo que reconocer la gravedad del asunto: tarde, el Sars-CoV-2 ya se había expandido por todo el mundo.
Fuente: Infobae