Internacional l Colombia
El nuevo Congreso de Colombia se encuentra inmerso en un debate tan agrio como recurrente sobre su propia remuneración.
Un proyecto de ley de un nuevo senador (el youtuber Jota Pe Hernández, que obtuvo récord de votos en el partido Alianza Verde) sumó 115 firmas de 291 posibles, una primera toma de temperatura informal sobre el apoyo o reparos que suscita una iniciativa que apenas nace.
Ese “en relación con el poder adquisitivo de su país” es, en realidad, la clave: los alrededor de 35 millones de pesos colombianos representan al cambio de hoy unos 8.000 dólares estadounidenses. Prácticamente lo mismo que los 7 millones de pesos chilenos que se cobran allá después de una rebaja impulsada al calor de las protestas de 2019 y el profundo cambio institucional que siguió.
Así, uno puede cuestionar si incluir o no las primas vacacionales o los subsidios condicionados a distancia en el grueso del salario calculado, pero igualmente resulta que la brecha entre los representantes colombianos y sus representados es superior a la del resto de democracias de la región. Esto puede aproximarse también viendo la distancia entre el ingreso aproximado de la mediana (el 50%, punto intermedio) de la distribución y el ingreso del legislador. Colombia encabeza esta clasificación.