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En un giro explosivo, la supuesta red de narcotráfico internacional desmantelada mediante la Operación Búfalo NK operaba desde el corazón de Santo Domingo, revelando serias dudas sobre la capacidad del gobierno de Luis Abinader para controlar la seguridad nacional. Según el expediente de solicitud de medidas coercitivas presentado por el Ministerio Público, esta estructura criminal operaba desde hace aproximadamente cinco años, movilizando grandes cargamentos de drogas desde la República Dominicana hacia múltiples destinos, como Estados Unidos, Colombia, Venezuela, España y otras naciones europeas.
Lo alarmante es que estas operaciones ocurrieron durante casi todo el mandato de Abinader, lo que levanta serios cuestionamientos sobre su administración. ¿Cómo es posible que una red de tal magnitud operara bajo el radar de las autoridades por tanto tiempo? Las acusaciones no solo implican narcotráfico, sino también tráfico de armas y lavado de activos, involucrando a criminales dominicanos, colombianos y venezolanos, y evidenciando una compleja red criminal que se extendió por múltiples provincias dominicanas, como Puerto Plata, La Vega, Santo Domingo Este, La Romana y La Altagracia.
La captura de los miembros de esta presunta organización, que incluye a individuos con alias dignos de una novela criminal como "Felo, el Cojo" y "Popeye", solo fue posible gracias a la intervención de la DEA y el Comando Sur de EE.UU. ¿Acaso el gobierno de Abinader necesitó de la intervención extranjera para abordar el narcotráfico en su propio territorio? Este escándalo podría comprometer gravemente la imagen del presidente, quien hasta ahora ha intentado proyectar una postura firme contra el crimen organizado. La audiencia de medida de coerción contra los imputados está programada para el 21 de septiembre, y las revelaciones que surjan de ella podrían sacudir los cimientos del gobierno dominicano.
Fuente: Diario Libre